jueves, 27 de noviembre de 2008

LIBERTAD

Temí no expresarme con claridad, que la voz me temblara y él notara que mi corazón se aceleraba al encontrarnos. Pero una extraña y placentera sensación de calma me acompañaba mientras miraba su imagen al otro lado del cristal blindado que nos separaba. Sólo disponía de diez minutos y había preparado un pequeño discurso de unas trescientas palabras. Superpuesta a su imagen real y profunda en el cristal pude ver mi propio reflejo, espectral y cercano, descolgando el auricular que me permitiría por fin comunicarme con él. Él repitió el movimiento con un gesto de desgana. Supuse que se estaría preguntando que hacía yo allí después de tanto tiempo y si de verdad había cumplido mi promesa de rehacer mi vida.
_ Hola Christian, sólo quiero...
_ Shhhhhhh....- Me mandó callar como el sonido de una serpiente que recorrió mi espina dorsal.- ...No digas nada, somos dueños de los silencios y esclavos de las palabras ¿recuerdas? ...Ven, acercate un poco más. Deja que el olor de tu piel atraviese el cristal...¿Sabes? He estado leyendo todos los libros que me enviabas...
¿Yo enviándole libros? Debí suponerlo, el programa de reinserción que estaba siguiendo no sólo modificaba sustancialmente su noción del tiempo sino que también le introducia una serie de falsos recuerdos. En sólo una semana de tratamiento su mirada había perdido toda la arrogancia que mostró cuando le detuvieron y en sus ojos un velo triste de animal herido delataba al ser vulnerable que había dentro del Gran Christian Baez. Tuve que hacer un esfuerzo por recordar lo mucho que le despreciaba.
_ No disponemos de mucho tiempo... estas corriendo un grave peligro...