domingo, 16 de noviembre de 2008

CÉSAR

"La muerte me preguntó: ¿quieres casarte conmigo?...era uno de esos días en que el viento hablaba por ti."

A los 19 años César dejó atrás los verdes campos gallegos para embarcar por primera vez como marinero. En su maleta metió un par de libros heredados de su padre, unos cuantos fantasmas sin cuya presencia pensó que jamás podría llegar lejos, una flauta de madera y una serie de estampas de santos con los que su madre y su hermana esperaban protegerle en la distancia, dado que no habían conseguido sacarle al niño de la cabeza esa idea de navegar. Era un tipo simpático César. Durante la primera semana se esforzó lo que pudo por agradar a todo el mundo y prodigó favores a unos y otros pensando que quizás pronto alguien daría muestras de reconocer su presencia. Pero no fue así y para no sentirse ignorado César decidió cambiar de estrategia -lo que tampoco tuvo ningún efecto, pues a medida que los días pasaban y el atunero se adentraba más y más en el mar, el estado de animo de la tripulación fue cambiando en una misma dirección, llena de soledad y silencio-. Los marineros se dejaron de hablar casi por completo. Sólo muy de vez en cuando se escuchaba alguna frase más allá de lo estrictamente necesario y entoncés a César le parecía que las palabras quedaban como flotando en el aire, como si pasasen a formar parte del ambiente, igual que sus fantasmas, y él las analizaba letra por letra tratando de averiguar si en ella podía encontrar alguna clave de lo que estaba sucediendo... Un día en que el chico se hallaba sentado en la popa tocando su flauta, un marinero al que llamaban "el largo" se le acercó y se sentó junto él a escucharle. El hecho se repitió durante varios días y César creyó que aquel hombre con quien compartía las puestas de sol sería lo más parecido a un amigo que iba a ancontrar allí. Una vez le oyó decir:"A la mar hay que saber quererla desde dentro, como a las buenas mujeres " César no respondió, pero pensó en su casa por primera vez con morriña. Algunos días más tarde hubo un fuerte temporal que duró 72 horas y mantuvo a todos expectantes y nerviosos. Después el viaje continuó sin incidencias. Y cuando por fin regresaron a Tierra y él volvió a Finisterre su madre y su hermana se alegraron mucho de verle y observaron que parecía distinto en algo, aunque no sabían explicar muy bien en qué. César no dijo nada al respecto. Pero pensó que tendría que pasar mucho tiempo antes de que quisiera embarcarse de nuevo.