jueves, 13 de noviembre de 2008

EL ERROR

" La razón es el mejor repartido de los dones; todo el mundo cree tener bastante"

Todo indicaba que aquel sería un día como los demás. Las mismas caras desconocidas y soñolientas en el metro. El mismo frío cortándome la piel de la punta de la nariz y las orejas mientras amanecía caminando por la Gran Vía. De nuevo al llegar otra vez el conserje dándome los buenos días con esa desgana mientras ojeaba distraidamente el periódico y se servía un poco más de café de un termo color rosa.... Yo mismo otra vez preguntándome estúpidamente mientras subía el primer tramo de la escalera porqué nadie le habría explicado a ese hombre que el rosa era de maricones, y si es que acaso esa era su inclinación sexual... Y otra vez yo respondiéndome a mi mismo que mira tú mis preocupaciones a esa hora de la mañana.... Sin embargo, nada más entrar en la oficina noté que algo estaba sucediendo. Si, sin duda, se respiraba un aire distinto...no digo ni mejor ni peor, simplemente que el ambiente estaba como enrarecido. Me pregunté qué sería mientras dejaba la bufanda y el abrigo en el perchero y me dirigía a mi mesa de trabajo. Entonces observé que en el trajín del ir y venir de los compañeros todos hacían como un pequeño y disimulado esfuerzo por no pasar justo por el medió de la oficina. Me acerqué con curiosidad y por fin pude verlo claramente. Era un error, no había la menor duda de ello. Un error grande y vistoso que nos miraba desafiante... ¿Pero quien habría abandonado allí aquella cosa espeluznante? Por la actitud de los compañeros deduje que no iba a ser fácil averiguarlo, y yo mismo procuré mantenerme al margen como el resto. Pero todos sabíamos como las gastaba el director así que lo sensato era sacarlo de allí antes de que éste llegara y nos echara otra de sus monumentales broncas. El problema es que nadie parecía dispuesto a acercarse más de lo estrictamente necesario. Creo que fue el bueno de Don Alfredo el primero que se acercó como distraidamente y le dio una pequeña patada, con tan mala suerte que el error rodó hasta parar debajo de la mesa de la señorita Laura, quien de un puntapié no tardó en enviarlo al otro extremo del despacho. Pero allí tampoco fue bien recibido y durante un rato el pobre error fue rodando un lado a otro pues nadie lo quería tener cerca. Al final volvió al punto de partida en medio de la oficina y poco después pasó lo inevitable. La puerta se abrió y el director entró mientras todos conteníamos la respiración. Como si supiera de antemano lo que estaba sucediendo se fue directamente al centro y gritó "¿Puede alguien explicarme cómo ha llegado aquí ..." Pero no pudo acabar la frase. Aún no sé muy bien por qué lo hice pero me acerqué hasta él , me agaché lentamente, recogí el error del suelo, me incorporé de nuevo y dije: "disculpe, llevó toda la mañana buscándolo" Y sin más regresé a mi mesa para meterlo en un cajón y continuar trabajando. Pocos minutos después noté con cierto placer que la normalidad regresaba y el día transcurrió placidamente.
Ahora estoy aquí en casa, tumbado sobre la cama, mirando frente a frente al error y preguntándome qué voy a hacer con él...